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Lentes del Siglo XXI

¿Alguna vez oíste la frase “ponte los lentes del primer siglo”? Esta podría ser tu primera vez a menos que hayas estado en una escuela Cristiana o en una escuela de predicación antes. Por lo general, nuestros instructores usan esa frase para hacernos pensar en cómo eran las cosas en ese tiempo, cuando nuestro Señor y los apóstoles caminaron sobre esta tierra.

Uno de los ejemplos dados a través del evangelismo es “… imaginar una máquina del tiempo y volver a ese tiempo y preguntarles a qué iglesia o denominación eran parte de…” Y, sin duda, sólo hay una respuesta por parte de los que siguieron a Jesús, pertenecen a Su iglesia, la única iglesia, la verdadera iglesia, la iglesia de Cristo. ¿Es suficiente eso?

No me malinterpretes. Para este escritor, eso es suficiente, sin embargo, millones en este mundo no piensan de esa manera. ¿Por qué? Debe haber algo más. No pueden creer que el Evangelio sea tan simple, y el plan de salvación de Dios no puede limitarse a unos sencillos pasos.

Ahora, pongámonos nuestros lentes del siglo XXI. Ya está. No hay cambio con lo que ocurrió hace veinte siglos. La gente  sigue siendo gente. El pecado sigue siendo pecado. El perdón sigue siendo el perdón. Dios sigue siendo Dios (de hecho, Él nunca ha cambiado, véase Salmos 90:2, Apocalipsis 1:8).

Muchas personas en este mundo, incluso algunos Cristianos, afirman que debe haber un cambio en la forma en que evangelizamos. Algunas de sus afirmaciones son “Necesitamos nuevas herramientas”, “Necesitamos nueva hermenéutica”, “Necesitamos nuevas Escrituras”, “Necesitamos adaptarnos al mundo moderno”, etc.

¿Alguna vez has considerado que, para aquellos en el Siglo I, su tiempo era la época moderna? De hecho lo fue. Era su tiempo, su cultura, su lenguaje, sus herramientas. Utilizaron todo lo que tenían disponible para proclamar el mensaje de Dios. Lo mismo que los profetas, los sacerdotes, y los patriarcas hicieron en su momento. Lo mismo que también ocurrió durante el tiempo después del primer siglo. Esto es lo que este escritor está tratando de decir: “No necesitamos nada nuevo para anunciar el Evangelio, necesitamos usar lo que tenemos ahora”. Los lentes del siglo XXI son tan buenos para hacer el trabajo como los lentes del primer siglo. Tenemos el mismo Maestro, tenemos la misma Gran Comisión, sólo tenemos diferentes herramientas para usar en nuestra era actual. Por lo tanto, vamos a usarlos sabiamente.

¿Qué es popular hoy en día? Las redes sociales. Las personas no pueden mantener los ojos alejados de sus teléfonos celulares o tabletas. Siguen observándolos ya sea que lean o no, esa es su fuente de conocimiento. Algunos de ellos, tristemente, los usan como niñeras de sus hijos. Incluso nuestros hermanos pasan varias horas cada día observándolos (yo también me declaro culpable). Entonces, ¿qué podemos hacer? Estas son algunas sugerencias,

  1. Dejar de seguir cuentas con material que no nos edifique. Los memes, caricaturas, y chistes podrían no ser considerados un pecado, pero su contenido o mensaje podría serlo. Recordemos las palabras del apóstol Pablo: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” (1 Corintios 10:23).
  2. Comenzar a crear y compartir contenido que nos ayude a evangelizar el mundo. Hay una frase popular que dice: “Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”. ¿Cómo podemos esperar que las personas vengan a Cristo si no hacemos la diligencia de enseñarles acerca de Cristo? Podría ser el caso de que quien esté leyendo este artículo no sabe cómo crear una publicación o diseño para publicar en sus cuentas de redes sociales, pero existe ese truco de magia llamado “Copiar/Pegar”, así como su primo cercano el botón “Compartir”, que está a sólo dos o tres clics de distancia. Este escritor conoce a varios hermanos que dedican mucho tiempo a crear contenidos que son sanos en doctrina para ser compartidos, pero, lamentablemente, la mayoría de las veces los únicos que los comparten con el mundo son ellos mismos. Es increíble cómo personas en el mundo denominacional son los que gustan de esas publicaciones en lugar de nuestros propios hermanos. Algunos hermanos han dicho, “Oh, vi lo que ese hermano compartió, y me gustó, es sólo que no me gusta hacer clic en ‘me gusta’ o ‘compartir’ porque no quiero recibir las notificaciones o comentarios de otros”. Amados hermanos, una vez más las palabras de Pablo vienen a nuestras mentes, “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina …” (2 Timoteo 4:2-3). Muchos en este mundo podrían condenarse al infierno sólo porque no predicamos ni enseñamos debido a que no queríamos escuchar o leer los comentarios de otros. Puede sonar drástico, pero, este tipo de actitud es egoísta y muy cercana a negar a nuestro Señor, quien dijo, “a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:33).
  3. Si las redes sociales no son lo “suyo”, hay mejores formas de utilizar nuestros dispositivos digitales que jugar videojuegos todo el día. Existe la disponibilidad de software bíblico que incluye casi todo lo que una persona podría necesitar para hacer buenos estudios bíblicos. Hay blogs Cristianos con cientos de artículos para leer y estudiar. Hay libros digitales, sanos en doctrina, que se pueden descargar o comprar en lugar de esas novelas elegantes o sitios de noticias sensacionalistas. El sabio Salomón escribió: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Su padre escribió: “Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” (Salmo 119:10-11). El corazón Cristiano no es el que bombea sangre a nuestros cuerpos, sino nuestra mente. La gran pregunta que cada uno de nosotros debe responder es: “¿Qué hay en nuestros corazones?”

Amados hermanos y amigos, limpiemos nuestros lentes del siglo XXI y vivamos nuestras vidas de la manera que complace y glorifica a Dios (Colosenses 3:17). Ayudemos a este mundo haciéndoles saber que Dios no está muerto y que el Cristianismo no ha terminado. Pongámonos nuestros lentes y vayamos a trabajar.

Que Dios nos bendiga hoy y siempre.

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