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Las Principales Responsabilidades En Un Matrimonio

El texto a continuación es basado en lo compartido con los hermanos en la congregación de Mañanitas Afuera, Panamá, el pasado 11 de noviembre, como parte de la Actividad para Matrimonios organizada por esta congregación, y en la cual este servidor tuvo la bendición y oportunidad de exponer esta breve exhortación. Muy agradecidos con los hermanos por la invitación, y esperando que está breve lección sea de edificación para todo matrimonio (tanto actuales, como quienes están considerando iniciar uno pronto).


Introducción:

Antes de iniciar con nuestro tema para este día, me gustaría saber qué fue lo primero que hicieron esta mañana, tras despertar y haberle dado gracias a Dios por un nuevo día de vida.

¿Besaron a su pareja? Si no lo han hecho, este es el momento de hacerlo.

Vivimos en un mundo muy agitado. Los compromisos constantes nos hacen, tristemente, olvidarnos de lo más importante en nuestras vidas, decimos amar a Dios y nuestras parejas, mas, en ocasiones, ambos pasan a un segundo plano, porque tengo que trabajar, prepararme para salir y estar en el embotellamiento vehicular, llevar los niños a la escuela, pagar las cuentas, hacer el super, limpiar la casa, preparar los alimentos, etc.

Ahora bien, ¿qué fue lo último que hicieron anoche? Saben, una pareja de compañeros mientras estuvimos en la escuela de predicación tenía varios cuadros con el mismo mensaje en varios lugares de su casa, traducido el mensaje es “Dame un beso de buenas noches SIEMPRE”. Un bonito, y a veces necesario, recordatorio.

En esta ocasión, haré todo lo posible por solo tratar un pasaje de la Biblia, aunque como saben, como predicador siempre es nuestro anhelo enseñar la Verdad dada por Dios en todo su contexto, y, por ende, algunos pasajes adicionales serán estudiados en esta breve exhortación.

El pasaje por estudiar es Efesios 5:33, que dice,

“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”

Usualmente al hablar en actividades para matrimonios hago la siguiente pregunta, ¿En qué parte de la Biblia dice “Esposos respeten a sus mujeres, y mujeres amen a sus maridos”? La respuesta es, ninguna, no hay ningún pasaje que diga eso. Pues bien, estudiemos sobre el pasaje dado, y así poder discutir sobre las principales responsabilidades en un matrimonio.

Esposos Amen A Sus Esposas Como A Sí Mismos.

Veamos lo que el mismo apóstol Pablo había dicho brevemente a los hermanos en Éfeso unas líneas antes,

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella … Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama” (Efesios 5:25, 28).

Saben, este no es el tipo de amor del que muchos piensan. No, no es el amor romántico, el que procede del vocablo griego “eros”. No se trata de esa atracción sexual, que sabemos es importante en la relación de pareja. Tampoco se trata de enviarle flores en su cumpleaños, o chocolates en San Valentín, o llevarla a un restaurante fino para celebrar el aniversario, aunque esto también ayuda a fortalecer a la pareja.

Tampoco se trata de “te amo como amigo”, o el tipo de amor al que los griegos se refieren como “storge”. Es bueno que tu pareja sea tu mejor amiga. Doy gracias a Dios por haberme bendecido con la oportunidad de casarme con mi mejor amiga, pero no, la palabra de Dios no nos está comandando, como varones, a amar a nuestras esposas como amigas solamente.

Tampoco se trata del amor fraternal, o “fileo” según el griego. Ciertamente en un matrimonio Cristiano, más que ver a mi mujer solo como mi mujer, debo verla como mi hermana en Cristo, un alma importante que también necesita seguir el camino al Cielo trazado en las Escrituras, pero, incluso así, no se trata del amor del que escribe Pablo en el pasaje en cuestión.

Amados amigos y hermanos, estamos hablando del amor “ágape”, ese mismo amor que Dios mostró para con el mundo al haber dado a Su hijo unigénito como sacrificio para el perdón de pecados de toda la humanidad. Un amor sacrificial, puro, e incondicional. Es este tipo de amor el que el apóstol espera que los varones mostremos a nuestras esposas, así como Cristo lo mostró tanto en palabra como en hechos, por Su iglesia, al haberse entregado por ella. Como si esto no fuese suficiente, el escritor nos afirma que el que ama así a su mujer, se ama a sí mismo.

Recordemos que, cuando dijimos Sí en ese día tan importante de nuestras vidas, dejamos de ser dos para ser una sola carne. Y esto no se limita solamente a cuando estamos en la cama, sino que somos una sola carne en todo lo que hacemos, y, por ende, nos debemos el uno al otro.

Amados amigos, varones, esta es la forma en que aprendemos como amar a nuestras esposas como a nosotros mismos.

Esposas Respeten A Sus Maridos.

Mis amadas hermanas y amigas, permítanme iniciar con la definición del verbo respetar, usado en el pasaje en cuestión, y el cual es el término griego fobéo, relacionado al también término griego fóbos, y del cual se deriva la palabra que conocemos en español como fobia. ¿Significa acaso que la esposa debe temer o sentir miedo para con su esposo?

La respuesta es no. Aquí no se trata de hacer ver al Dios de la Biblia como uno que promueve el machismo, como tristemente, muchos han querido tergiversar. El término aquí usado es el mismo que se hace en referencia con la relación que debemos tener con Dios, el sabio Salomón escribió,

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7).

Algunas quizás pensaran, “hermano, ¿está sugiriendo que debemos venerar a nuestros esposos como si fueran Dios?” Nuevamente, la respuesta es No. Se trata de reconocer el valor y jerarquía que Dios ha dado a través de las Escrituras. Volvamos unas líneas más arriba del pasaje estudiado para comprender mejor esta idea de “respetar”.

“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efesios 5:22-24).

El griego jupotasso es traducido como sujetar en este pasaje, y conlleva por significado un término militar, “ordenar abajo, subordinado, obedecer”. Recordemos que no fue Adán el primero en dar el mordisco a la fruta, sino la mujer, y ella misma fue la que le dio a Adán (¿cómo hubiese sido nuestra historia si él no hubiese comido?). Dios había dado una simple instrucción, y Eva sabía sobre ella, sin embargo, no se sujetó ni a Dios, ni al hombre, ni a la instrucción dada, y conocemos el resto de esta historia. Aquí no se trata de que la mujer sea inferior al hombre, porque no es así. O acaso no recordamos lo dicho por Dios,

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Genesis 2:18).

Amadas hermanas y amigas, permítanme ponerlo en palabras más simples: “Los hombres no estaríamos completos sin ustedes”. Ustedes no son inferiores, nos hacen completos, y Dios dio un modelo de orden que debe seguirse para que el matrimonio funcione hasta que la muerte nos separe.

No desprecien la sabiduría y enseñanza de Dios, respeten a sus esposos por medio de su sumisión a ellos, comprendiendo que nos complementamos unos a otros. El marido es cabeza de la mujer, provee para ella, cuida de ella, vela por ella, y ella, a cambio, le respeta y también cuida de él.

Amadas hermanas y amigas respeten a sus maridos tal como Dios no solo espera, sino también comanda que hagan.

Conclusión

Dios jamás se equivoca. Él sabe muy bien no solo lo que hace, sino también lo que dice. El amar es algo natural entre las damas, mas no necesariamente el respeto y sumisión. El mostrar afecto, cariño, y amor por parte de los esposos tampoco es algo que se dé muy natural, o al menos, que se mantenga con los años, pero es necesario. De allí que Dios, a través de lo escrito por Pablo, nos recuerda y exhorta a que, los varones amemos a nuestras esposas, y nuestras esposas nos respeten.

Nuestra relación matrimonial, por extraño que nos parezca, debe crecer con los años, y no decaer. Nuestros niños dejarán el nido algún día, harán sus propias vidas, pero nuestra pareja seguirá allí, si hemos alimentado esa relación de la manera debida. Es tan triste ver como hay parejas que se separan una vez los hijos se van, porque el amor dejo el matrimonio hace mucho tiempo. Dios detesta el divorcio (Malaquías 2:16), y ha establecido claramente que lo que Él unió, no lo separe el hombre (Mateo 19:6). ¿Quieres pasar por encima de Dios? Sé, sin duda alguna, que, si estás aquí [o leyendo este artículo], no quieres hacer eso, y deseas que tu matrimonio o se mantenga tan fuerte como lo ha sido, o empiece a fortalecerse como debe hacerlo.

“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:33)

Amados hermanos y hermanas, denles un besito a sus parejas antes de dormir, el mañana no está prometido para nadie. Los próximos cinco minutos tampoco están prometidos para nadie. ¿Por qué no aprovechan y se dan ese besito ahora?

Dios les bendiga ricamente hoy y siempre.

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