Estas son algunas de las últimas palabras escritas por uno de los mejores hombres que jamás haya vivido. Las escribió mientras estaba en prisión, esperando morir por su fe.
Los lentes del siglo XXI son tan buenos para hacer el trabajo como los lentes del primer siglo. Tenemos el mismo Maestro, tenemos la misma Gran Comisión, sólo tenemos diferentes herramientas para usar en nuestra era actual. Por lo tanto, vamos a usarlos sabiamente.
Los Cristianos no pueden ser personas perezosas, los Cristianos no pueden venir a los servicios dominicales y pasar un par de horas sentados en los bancos y creer que eso es justo y únicamente lo que tenían que hacer.
Jesús dijo, “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38).
Estimado lector, el puesto de trabajo está abierto, pero, usted debe estar en el edificio. No es un edificio literal que fue construido por las manos del hombre, sino el edificio espiritual que Jesús compró con Su propia sangre (Hechos 20:28), Su iglesia, Su cuerpo (Efesios 1:22-23).
Todo, absolutamente todo lo que el predicador necesita cada vez que habla a la congregación, se encuentra en ese pequeño libro que llamamos Biblia. Ese es el libro que los hermanos necesitan escuchar cuando vienen a los servicios. Merecen escuchar la Palabra de Dios que se prediqué con valentía.
En algún punto del desierto entre Jerusalén y Gaza, el evangelista Felipe se encontró con un hombre que no entendía lo que leía. Este hombre le dijo, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:31).