Vivimos en un mundo que se adapta perfectamente a la vida. Ningún otro planeta puede presumir de esto. ¿Cómo pasó esto? ¿Hemos tenido suerte?¿O somos extraordinariamente bendecidos?
En algún punto del desierto entre Jerusalén y Gaza, el evangelista Felipe se encontró con un hombre que no entendía lo que leía. Este hombre le dijo, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:31).