Debes saber que eres importante y también lo es tu trabajo. El viejo adagio es cierto, “Dios tuvo un hijo y él fue un predicador” (Marcos 1:38). Aunque hayas escuchado esta declaración muchas veces, no permitas que se convierta en un sentimiento antiguo y trillado.
Cuando María abrazó a ese hermoso bebé por primera vez, no tuvo que luchar con cuál sería Su nombre. Su Padre (no su padrastro) ya lo había decidido. Envió un mensajero al perplejo José para decirle: “dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS” (Mateo 1:21).
Un error común con respecto al comportamiento de Jesús es que, en ocasiones, al curar a los enfermos y realizar otras acciones benévolas, rompió la ley del día de reposo para adaptarse a la ley superior del amor. Este punto de vista deja la impresión de que la ley a veces, si no con frecuencia, es la antítesis de ser amorosa.
Muchos han asumido que el Sabbat se convirtió en un “día santo” para toda la humanidad desde el séptimo día de la historia de la tierra en adelante. Pero esto no significa así de ninguna manera. Consideremos los siguientes hechos.
He sido bendecido en aprender la verdad del Evangelio y obedecerla, pero también sé de primera mano lo que es ser un amigo del mundo en los años difíciles entre ser un adolescente y un joven adulto. Es por eso por lo que quiero aconsejar a nuestros jóvenes…
Dios diseñó el hogar para que los padres pudieran guiar a los hijos en el camino hacia la madurez. Pero cuando las enfermedades sociales dentro o fuera convencen a los hijos de su superioridad, el orden se rompe, primero en el hogar y luego en la sociedad. Sin embargo, la sabiduría de Proverbios 23 sigue en pie en medio del caos de nuestra época.
Era perfecto. Dios había creado una obra maestra conocida como el mundo (Génesis 1:31). Creó al hombre a su propia imagen y le dio todo lo que necesitaba para prosperar en la tierra (Génesis 1: 26-30).
Quienes son padres de familia piensen en esto por un momento. ¿Cuánto aman a sus hijos? Una pregunta como esta es difícil de entender, especialmente para alguien que aún no ha sido bendecido con hijos.
Realmente no entiendo cómo las personas que no son miembros de la iglesia del Señor pasan por la vida sin ninguna esperanza. La mentalidad del ateo/agnóstico es; naces, vives la vida y mueres. Para ser sincero, esa es una manera absolutamente deprimente y terrible de vivir.
Desde pequeños, les enseñamos que para Dios, todos los colores son iguales. ¿Qué pasa mientras van creciendo? ¿Qué hacemos para cambiar esa percepción? Amado amigo y hermano que lees este artículo, el racismo no es algo con lo que nacemos, es algo que aprendemos e inculcamos. Es una mala enseñanza. Todos somos valiosos para Dios, y para la humanidad.