Jesús dijo, “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38).
Estimado lector, el puesto de trabajo está abierto, pero, usted debe estar en el edificio. No es un edificio literal que fue construido por las manos del hombre, sino el edificio espiritual que Jesús compró con Su propia sangre (Hechos 20:28), Su iglesia, Su cuerpo (Efesios 1:22-23).
La tan llamada “iglesia emergente” es la hijastra de la posmodernidad. Esta ideología sostiene que es arrogante creer que uno sabe la verdad; en cambio, la “verdad” es que la verdad solo se determina subjetivamente, siendo modelada por la cultura, no por las Escrituras.
Si bien hay muchas razones para venir a Cristo, en este sermón se discutieron cinco razones, usando como puntos parte del coro de un himno en inglés titulado “Just as I am I come broken”.
Este ha sido hasta ahora, el tema más difícil que he predicado, pero sin duda, es un tema que necesitamos enseñar más a menudo en nuestras congregaciones alrededor del mundo.
Todo, absolutamente todo lo que el predicador necesita cada vez que habla a la congregación, se encuentra en ese pequeño libro que llamamos Biblia. Ese es el libro que los hermanos necesitan escuchar cuando vienen a los servicios. Merecen escuchar la Palabra de Dios que se prediqué con valentía.
Para un Cristiano servir a Dios no es solo una simple ambición, sino un deber, y no sólo un deber, sino un deber con agradecimiento (Colosenses 3:17). Todo lo que hacemos debe ser con el único objetivo de complacer, honrar, y glorificar a Dios (Colosenses 3:23). Menospreciar a un hermano o hermana en Cristo no nos ayuda a hacer ninguna de esas tres acciones.
Es imposible ignorar el hecho que Pedro dice que vamos a encontrarnos con falsos maestros. No dice que es solo una posibilidad, o incluso una probabilidad, sino una garantía. “Habrá entre vosotros falsos maestros”.
En algún punto del desierto entre Jerusalén y Gaza, el evangelista Felipe se encontró con un hombre que no entendía lo que leía. Este hombre le dijo, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:31).