Esta es una lección que debemos aprender cuando somos tentados a definir los pecados como pecados “pequeños” y pecados “grandes”. Como humanos, tendemos a pensar en pecados “grandes” como los que usted comete y en pecados “pequeños” como los que yo cometo.
El resentimiento y la venganza son dos ingredientes para una vida miserable. La persona feliz da, perdona y agradece. La Biblia enseña que somos “perdonados para perdonar”.
“Martes de Carnaval”, “Fat Tuesday”, o “Mardi Gras”, todos representan lo mismo, un grave error en la mente del hombre con respecto a lo que piensa es religión, en lugar de seguir lo que la Palabra de Dios espera del hombre. Sabemos que es un tema polémico, mas nuestro compromiso con nuestro Padre celestial es y siempre será, hablar y seguir la verdad en amor (Efesios 4:15).
¿Es incorrecto que los Cristianos celebren algunas de las fiestas populares en nuestra sociedad, como dar regalos en Navidad, permitir que los niños pidan dulces en Halloween o buscar huevos en la Pascua?
Al considerar este tema, se deben tener en cuenta varias cosas.
¿Te has preguntado alguna vez esa pregunta? Yo lo he hecho. De hecho, lo he hecho muchas veces durante mi vida. Siendo honesto, antes de empezar a escribir este artículo, me hice esa pregunta, y luego decidí empezar a escribir.
Hay un dicho común, “de tal palo, tal astilla”. Aunque a menudo pensamos en ello, vemos cómo algunas acciones o gestos de nuestros hijos son copiados según lo que ven y aprenden de nosotros, sus padres. Como Cristianos, siendo hijos de Dios, debemos mostrar a este mundo lo que continuamente aprendemos de nuestro Padre celestial.
Muchas personas alrededor del mundo creen en el poder de la oración, y ciertamente la oración es poderosa, mas cabe destacar que la Palabra de Dios nos enseña que Él no oye las oraciones de todos, sino solo la de los justos, y vamos a estudiar brevemente acerca de esta afirmación que acabo de hacer.
En algún punto del desierto entre Jerusalén y Gaza, el evangelista Felipe se encontró con un hombre que no entendía lo que leía. Este hombre le dijo, “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:31).