“Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor” es cómo se define la comunicación de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española[i].
En el mundo de hoy, esta palabra implica muchas cosas. Podemos comunicarnos con nuestros padres o hijos cada mañana cuando nos preparamos para salir de nuestras casas y compartir un desayuno. Podemos comunicarnos a través de correos electrónicos a nuestros compañeros de trabajo sobre detalles importantes de la última reunión. Podemos comunicarnos con un pariente o amigo en un país lejano a través de una llamada de video o audio. Podemos comunicar a otros cómo nos sentimos por algo que escribimos en nuestras cuentas de Facebook o de otras redes sociales. Y, ciertamente, podemos comunicar las buenas nuevas de nuestro Salvador a quien sea ya sea hablando, escribiendo, usando signos, pero lo más importante, por nuestras acciones y actitudes.
Es interesante cómo la Biblia nos dice, en el primer libro, cómo los idiomas entraron en existencia. Moisés escribió:
“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió[a] Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:1-9).
La palabra hebrea Babel simplemente significa confusión, y eso es exactamente lo que ocurrió en ese momento. Imagínese por un momento que usted es la única persona de habla española en un lugar donde todo el mundo está hablando chino u otro idioma extranjero. Puede haber algunos términos o palabras que puede captar, pero es, sin duda, un momento de total confusión. Recuerdo cuando estaba con mi buen amigo y hermano en Cristo, Ronnie Gootam, y él comenzó a hablar en Telugu con su esposa. Este lenguaje implica palabras en hindi, inglés y bengalí, así que había algunas palabras que yo era capaz de entender, pero en ocasiones, habían algunos que le decían: “Hey, inglés, habla inglés”. Tuve la misma experiencia cuando, por momentos, mi esposa y yo empezamos a hablar en español y algunos hermanos comenzaron a decirnos las mismas palabras.
En el mundo actual, la gente sigue sugiriendo que estamos “evolucionando” en lugar de darnos cuenta de que lo que realmente estamos haciendo es “adaptándonos”. En nuestro caso, así como muchos en nuestros países hispanos, aprendemos el idioma inglés para tener mejores oportunidades en nuestros ambientes de trabajo. Eso no es evolución, nuestros hijos no heredan ese lenguaje basado en nuestros esfuerzos previos, lo aprenden porque lo escuchan más a menudo que lo que hacíamos nosotros cuando éramos de su edad.
Durante una campaña reciente, estábamos sentados en la mesa de un restaurante y la televisión estaba encendida. No presté atención a las noticias, pero había una hermana americana, su conocimiento del idioma español era básico, pero, ella conocía el Lenguaje de Señas Americano (ASL). El canal de televisión ofrecía ese servicio, como muchos otros, en una esquina de la pantalla. Estaba tan concentrada en ver a la señora que hacía las señales, que empezó a decirme las noticias basadas en lo que obtuvo de las señales, y las entendió bien. Este fue un momento en que tres formas diferentes de comunicación estaban todas juntas. Un programa de noticias en español fue visto por una dama de habla inglesa que entendió todo a través del lenguaje de señas. Un claro ejemplo de la belleza de la comunicación estaba allí delante de mis ojos.
Los pensamientos malvados y egoístas de la humanidad en un momento de la historia hicieron que Dios introdujera las lenguas como una forma de confusión para aquellos que estaban haciendo esas cosas malas, y funcionó. Pararon ese trabajo y se movieron con otros que hablaban y entendían lo que decían.
Lo que fue una maldición en ese momento, es una bendición para nosotros hoy. Estoy seguro de que puede haber algunos que hoy conocen el hebreo, el arameo, el griego y otros viejos idiomas, pero, ha sido a través de aquellos que diligentemente trabajaron en realizar traducciones sanas de la Biblia que cada alma en este mundo tiene la oportunidad de leer y escuchar las buenas nuevas que nuestro Padre celestial ha proporcionado a todos nosotros.
¿Quién conocería los significados de “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” o “Talitha cumi” sin traductores e intérpretes? Los significados se pueden encontrar en Mateo 27:46 y Marcos 5:41, respectivamente.
¡Lo Que Decimos Es Importante!
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
Un Cristiano debe ser conocido por la forma en que camina, habla y actúa. No es raro ver cómo alguien se refiere a nosotros cuando hacemos algo mal y reacciona, “¡y se supone que es un Cristiano!” No podemos permitir que el diablo gane de esa manera. Como las palabras del apóstol Pablo, nuestras maneras de comunicarnos deben usarse para edificar, animar y ayudar.
El término traducido como “palabra” en el pasaje anterior es el mismo término griego usado por Juan para describir a Quién vino del Cielo en Juan 1:1-3, 14. Juan usó ese término para denotar “la Palabra esencial de Dios, Jesús Cristo, la sabiduría y poder personal en unión con Dios, su ministro en la creación y gobierno del universo, la causa de toda la vida del mundo tanto física como ética, que para la obtención de la salvación del hombre puso en la naturaleza humana en la persona de Jesús el Mesías, la segunda persona en la Divinidad, y resplandecía claramente de Sus palabras y hechos”[ii].
Es nuestro Señor y Salvador Jesucristo quien usó el mismo término, logos, cuando dijo:
“Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37).
Santiago, medio hermano en la carne de nuestro Señor, escribió:
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:19-22).
Prestemos atención a lo que escuchamos, y luego, pensemos dos veces antes de hablar. Debemos estar seguros de que lo que decimos (y hacemos) es según lo que Dios nos instruyó a hacer a través de Su Palabra. Nuestras palabras deben ser sinceras, y siempre buscando glorificar a Dios en todo lo que hacemos. ¡Mostremos al mundo perverso cuál es la belleza de la comunicación!
Se ha dicho muchas veces que “somos la única Biblia que algunas personas podrán leer”. Nuestras palabras y acciones tienen mucho que ver con llevar la oportunidad de salvación a muchos que se pierden. Necesitan ver a Jesús en nosotros, pero si lo escondemos por la forma en que vivimos nuestras vidas, entonces, no podrán encontrarlo, y seremos culpables de no hacer la obra que Él nos mandó hacer.
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).
Querido lector, no importa si habla inglés, español, francés, chino, telugu, o cualquier otro de los cientos de lenguas que existen hoy, asegúrese de usar sus formas de comunicación para predicar y enseñar la gran esperanza de salvación que tenemos Cristo Jesús.
Demos gracias a nuestro Padre celestial por la bendición de tener Su Palabra traducida a cada idioma que existe en este planeta, y por la oportunidad que todos tenemos de escuchar Su mensaje y aprender lo que debemos hacer para ser salvos.
Hagamos nuestra parte, como la Gran Comisión fue dada, para ir y enseñar a todas las naciones (Mateo 28:19), sabiendo que, aunque hay cientos de lenguas, el mensaje es Uno:
“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:3-7).
¡Dios te bendiga!
REFERENCIAS
[i] “comunicación”, Diccionario de la Real Academia Española. http://dle.rae.es/?id=A58xn3c
[ii] “logos”, Thayer and Smith. «Greek Lexicon entry for Logos». «The KJV New Testament Greek Lexicon», http://www.biblestudytools.com/lexicons/greek/kjv/logos.html
Artículo escrito por Marlon Retana, originalmente publicado
en el blog del sitio web http://www.goyeintoall.org
el 25 de septiembre de 2017, y migrado a este sitio web recientemente.