A pesar de que no crecí en un hogar cristiano, prácticamente la mitad de mi vida la he compartido con uno. Desde el día en que conocí a la familia de mi esposa en Panamá, fui introducido a la experiencia de los cristianos del Nuevo Testamento. Una de las cosas que más me impacto, es el esfuerzo que se hace, no solo a nivel de congregación, sino en los hogares, especialmente con los pequeños de la casa. La dedicación de las damas en preparar lecciones que los niños no solo puedan comprender, sino que también les agraden. La multitud de “coritos”, sí, esas pequeñas canciones de alabanza que se les enseña, y la enseñanza en las mismas. Fue durante nuestra estadía en Estados Unidos que conocemos los famosos VBS (iniciales en inglés para Escuelita Bíblica de Vacaciones). La emoción y alegría en la cara de los niños cuando aprendían, cantaban, y participaban de las actividades que allí se hacían era contagiosa. A los pocos minutos ver como los padres se unían a sus niños demostraba la unión que hay en la iglesia del Señor.
Uno de esos pequeños himnos siempre me ha llamado la atención, y es el que lleva por nombre el mismo título de este artículo. En la versión traducida al español algunos versos dicen así, “El latino y el sajón, los de China y del Japón, todos ellos son preciosos al Señor… No importa su color a Jesús, el Salvador”. La versión inglesa es muy similar a su versión traducida, solo que no se refiere a ellos por raza o nación sino, por color “rojo y amarillo, blanco y negro, son preciosos a su vista, Jesús ama a los niñitos del mundo.”
Desde pequeños, les enseñamos que para Dios, todos los colores son iguales. ¿Qué pasa mientras van creciendo? ¿Qué hacemos para cambiar esa percepción? Amado amigo y hermano que lees este artículo, el racismo no es algo con lo que nacemos, es algo que aprendemos e inculcamos. Es una mala enseñanza. Todos somos valiosos para Dios, y para la humanidad.
Mucho se habla en la actualidad por la horrenda muerte de George Floyd, pero sabes, no es el primero en ser víctima de un cruel caso de racismo. Muchos han muerto por manos de un racista, y muchos otros se han quitado la vida por la influencia de un racista. Tristemente, el señor Floyd quizás no sea la última víctima de esto.
¿Existe alguna raza superior? En la mente de algunos hombres, quizás, pero no en el diseño divino de Dios. Veamos el libro de Génesis, y leamos como en el primer capítulo dice, “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra, blancos, los creó” (Génesis 1:27). ¿Realmente dice así? Es importante prestar atención en nuestra lectura, porque así se han colado muchas falsas enseñanzas. Puedes ver que este escritor agrego una palabra en ese pasaje. Una pequeña palabra que cambiaría mucho el sentido de lo que originalmente fue revelado por Dios.
Dios no nos revela de qué color eran Adán y Eva, y quizás te preguntes ¿por qué? La respuesta más simple que puedo darte es, a Dios no le importa si eres rojo, amarillo, negro, blanco, verde, azul, morado, y cita toda la paleta de colores, TODOS (sin excepción) somos preciosos a Su vista. El pasaje bíblico citado ciertamente dice “a imagen de Dios lo creó”. En el capítulo dos, nos afirma que este cuerpo corruptible en que vivimos, esta carne, huesos y sangre, fueron hechos del polvo de la tierra. El polvo es un material inerte. No hay vida alguna en él. Podría decirse que somos piezas de porcelana. ¿Has estudiado Artes Plásticas? Recuerdo que en mi escuela secundaria teníamos un taller de cerámica, y en esa clase nos enseñaron a trabajar con arcilla. Hicimos algunas figuras, y admito públicamente que no soy talentoso con mis manos. Pero una vez finalizada y cocida la figura, cada uno pintaba la misma de la manera en que le gustase.
Dios, al profeta Jeremías le revelo lo siguiente, “¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” (Jeremías. 18:6). El apóstol Pablo, a los Romanos escribió, “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:20-21).
Ninguna de esas figuras de cerámica, una vez finalizadas, cobro vida. Ninguno de nosotros es Dios para soplar en la nariz de esas figuras y darles “aliento de vida” y hacerlas seres vivientes (Génesis 2:7).
Las nuevas generaciones quizás no lo hayan experimentado, pero ¿sabes que es un monitor monocromo? En simples palabras, un solo color. Si amas los videojuegos o los videos en general, como este escritor, ¿te parecería atractivo ver todo en un solo color? Bueno, así como la lógica de tu cerebro afirma que todo es más bonito a colores, la sabiduría de Dios también nos lo demuestra de esta manera. ¿Importa mi color de piel? No, lo que importa es que Dios me hizo así y debo darle gloria a Él. Todos, sin excepción, podemos obedecer a Dios, servirle a Él, y hacer de este mundo un lugar mejor. La decisión la tenemos cada uno de nosotros, seamos latinos o sajones, de China o de Japón, todos somos preciosos al Señor.
Amado amigo y hermano, que el color de tu piel no te impida darle lo mejor a Dios. Concluyo citando la primera estrofa de un himno que los adultos cantamos en nuestra adoración, escrito por Adelaide Pollard y traducido al español por Ernesto Barocio,
Haz lo que quieras de mí, Señor
Tú el alfarero, yo el barro soy
Dócil y humilde anhelo ser
Cúmplase siempre en mí tu querer.
Que Dios los bendiga hoy y siempre, y busquemos esa unidad que Él espera de todos nosotros.