Por Dewayne Bryant, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.
¿Los críticos al Cristianismo ofrecen numerosos argumentos en contra de la fe cristiana, algunos más reflexivos y coherentes que otros. Una táctica popular es afirmar que el Cristianismo es destructivo y violento. En respuesta, los Cristianos a menudo responden: “Bueno, ¿qué pasa con Adolf Hitler? ¡Asesinó a once millones de personas!” Aquí los críticos militantes al Cristianismo responden: “¿Ah, sí? Bueno, ¡Hitler era católico romano!”
¿Fue Hitler un Cristiano? ¿Y pueden colocarse los horrores de su régimen a los pies del Cristianismo? Muchos ateos creen que sí. En realidad, no hubo nada Cristiano sobre este hombre o el movimiento horrible que encabezó.
Es cierto que Hitler tuvo conexiones con la Iglesia Católica Romana en su juventud. Sus discursos tempranos a menudo presentaban lenguaje cristiano, con llamamientos para que los ciudadanos alemanes se comportaran de acuerdo con la enseñanza bíblica (por ejemplo, para minimizar la violencia y amar a sus prójimos). Él profesó un afecto aparentemente sincero por la Iglesia Católica Romana. Sus mensajes, llenos de esperanza y salpicados de referencias a Dios, revistieron a un pueblo alemán derrotado que experimentó tasas de desempleo tan altas como el 33% y que se tambalearon bajo una hiperinflación tan severa que quemaron dinero como combustible porque era más barato que la madera o el carbón. Hitler ordeñó el mensaje cristiano por el tipo de inspiración que necesitaba en su ascenso al poder como Der Führer.
Baldur Von Schirach, jefe de la Juventud de Hitler, confesó: “La destrucción del Cristianismo fue reconocida explícitamente como un propósito del Movimiento Nacionalsocialista”[i]. Las autoridades alemanas intentaron hacer esto, reemplazando el Cristianismo con una Fe aprobada por el estado que vio a Hitler como un mesías virtual. Las autoridades reemplazaron Biblias con copias de Mein Kampf y cruces con esvásticas. Hitler citó las Escrituras en sus primeros discursos, pero luego las calificó como cuento de hadas. Las autoridades alemanas prohibieron la Biblia en 1942.
Un programa de treinta puntos para la Iglesia del Reich Nacional incluyó pasos como la eliminación de crucifijos, Biblias y fotos de santos y el cese de todas las actividades involucradas en la publicación y difusión de copias de la Biblia. Esta iglesia controlada por los nazis buscaba reemplazar a los ministros, capellanes y sacerdotes cristianos con oradores del Reich Nacional. Mein Kampf fue declarado como el más grande de todos los documentos que “no solo contiene la mejor, sino que encarna la ética más pura y verdadera para la vida presente y futura de nuestra nación”[ii].
El historiador británico Alan Bullock señala: “En los ojos de Hitler, el Cristianismo era una religión apta solo para esclavos; detestaba su ética en particular. Declaró que su enseñanza era una rebelión contra la ley natural de la selección mediante la lucha y la supervivencia del más apto. Llevado a su extremo lógico, el Cristianismo significaría el cultivo sistemático del fracaso humano”[iii]. Que Hitler sostuviera tales puntos de vista no es sorprendente; son decididamente similares a los del filósofo nihilista alemán Friedrich Nietzsche, a quien Hitler admiraba. Nietzsche despreció el Cristianismo, cuya ética de amor culpaba por la debilidad de Europa tal como la percibía. Cualquier examen detallado de los escritos de los asociados de Hitler y otros miembros de alto rango del gobierno alemán revelaría actitudes similares hacia la fe cristiana.
¿Fue Hitler un Cristiano? La respuesta más breve es un rotundo “no”. No participó en su campaña de destrucción a causa del Cristianismo. Lo hizo en contra de todo lo que la Biblia enseña. Cualquier intento de echarle toda la culpa al Cristianismo por los actos monstruosos de Hitler va en contra de la evidencia histórica disponible. La megalomanía, la crueldad, la desviación sexual, el odio de la raza genocida y una gran cantidad de otras cualidades inmorales indican que Hitler no tenía casi nada en común con Jesucristo.
[i] Joe Sharkey, “Word for Word/The Case Against the Nazis; How Hitler’s Forces Planned to Destroy German Christianity.” En Línea: https://www.nytimes.com/2002/01/13/weekinreview/word-for-word-case-against-nazis-hitler-s-forces-planned-destroy-german.html.
[ii] William L. Shirer, The Rise and Fall of the Third Reich: A History of Nazi Germany (New York, NY: Simon & Schuster, 1959), 240.
[iii] Alan Bullock, Hitler: A Study in Tyranny, abridged edition (New York, NY: HarperPerennial, 1962), 219.